miércoles, 20 de abril de 2011

Árbol de la Memoria

  ¡Por fin! Ya hemos empezado. Después de dos años de trámites y vicisitudes, el Árbol de la Memoria está en proceso de construcción.
  Como todas las cosas importantes es un empeño colectivo: la Asociación Vecinal DIANA, del barrio Fidiana, han sido los que lo promovieron - su presi, Enrique Rodríguez ha hecho lo imposible por que se hiciera realidad-; el Ayuntamiento de Córdoba pondrá el dinero (espero) y algunos lios burocráticos; Miguel Barea, con su constructora, financia los gastos hasta que se cobre de Urbanismo y realiza la base de la obra; Alfonso Millán, un herrero fuera de lo normal, realiza la estructura; al proyecto le da fundamento el arquitecto Nicolás Millán.
   Carmelo, el más loco de todos, no sabe por qué confian todos en él.
 

   Inicio y porqué del ÁRBOL-POEMA

  Cualquier escrito es lineal, se desarrolla en renglones, sucesiones unidimensionales. A partir de la primera frase, podemos pensar continuar con varias posibles, pero no tenemos más remedio que elegir una, desechando todas las demás.
  Pero ¿qué pasaría si no descartamos ninguna?
  Esto es lo que le propuse a mi amigo, el poeta Eduardo García. En un tiempo record consiguió un hipertexto poético que desborda cualquier previsión. Su lectura en el plano del papel se hace imposible, necesita desarrollarse en el espacio, es tridimensional. Son versos que se ramifican.

  El resultado es un poema escultórico con aspecto arbóreo. Se puede leer desde el tronco hasta cada última rama, dando 105 poemas que empiezan igual y terminan diferentes. También se pueden leer por niveles; por ejemplo: las siete primeras ramas tienen un sentido propio. Se puede saltar de rama en rama, en cualquier ruta se encuentra coherencia.
  Este ÁRBOL-POEMA necesita la relación de tamaño propia de los árboles de huerto: lo suficientemente grandes como para ponerse debajo, pero sin la desmesura que nos impida alcanzar sus frutos.

  Este primer proyecto de finales del 2007 fue gestionado por Solimán López para una acción en la Casa Encendida de Madrid y más tarde para el Jardín Botánico de Córdoba, pero falló la financiación.
Enrique Rodríguez, de la Asociación Vecinal Diana, tuvo conocimiento de esta idea y la propuso en su asociación, que ya había luchado lo suyo por su Plaza de las Artes, con su mágnífica escultura a la Mujer Maltratada de Aurelio Teno, los Jardines de la Memoria y otras infraestruccturas que aún no se han materialado, entre ellas nuestro árbol, que puede ser realidad.

 Este segundo ÁRBOL DE LA MEMORIA se lo propuse también a Eduardo, pero tras varios intentos, me comunicó que era un tema que le revolvía sentimientos oscuros, que le ponían enfermo, por lo que renunció a componer los poemas. Tras búsquedas infructuosas de poetas que aceptaran el encargo, decidí resolverlo personalmente. Por lo tanto, soy culpable de todo.